La primera ministra británica, Theresa May, sorprendió al afirmar en su discurso sobre el “brexit” que, si la Unión Europea (UE) se muestra “punitiva” e impide al Reino Unido acceder al mercado único, el país podría “cambiar las bases de su modelo económico” para hacerse más competitivo.

Esta afirmación ha sido interpretada en general como una amenaza de que, en caso de trato adverso, Londres podría competir con los 27 con una economía de baja tributación, al estilo de las de Singapur o Hong Kong, pero también hay quienes se preguntan si sería posible que el país se convirtiera en un refugio fiscal.

El líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, ha acusado a los conservadores de planear una “economía de descuentos a orillas de Europa, basada en la desregulación y los sueldos bajos”.

Algunos políticos europeos, como el ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schaeuble, advierten por su parte de que iniciar una guerra tributaria violaría los principios de competencia leal acordados en foros globales como el G20.

Para el profesor de Economía Política de la universidad inglesa de Warwick, Ben Clift, May fue “deliberadamente ambigua” al proferir su amenaza, pero considera improbable que se refiriera a la creación de un refugio fiscal.

“Creo que proponía competir con el resto de Europa, que tiene una tradición de impuestos altos, con impuestos de sociedades y de la renta bajos, para atraer a empresas y capitales al Reino Unido” cuando esté fuera de la UE, afirma.

Sin embargo, el catedrático cree que incluso este modelo de baja tributación “afrontaría muchos problemas” y supondría un “enorme coste político”.

“Significaría un cambio radical del modelo económico que existe desde la segunda Guerra Mundial, una profunda transformación de las instituciones y el riesgo de una gran oposición política, por parte de los laboristas pero también del UKIP (populista de derechas)”, señala.

En las últimas décadas, el Reino Unido ha destinado entre un 38 y un 45 % del producto interior bruto (PIB) al gasto público, algo que sería imposible si se reducen a ese nivel los ingresos fiscales.

“No habría dinero para los servicios públicos que ahora tenemos, como la sanidad y la educación gratuitas”, apunta el académico.

El economista Diego Sánchez-Ancochea, profesor de la universidad de Oxford, coincide en que un paraíso fiscal o incluso una economía de escasa tributación son poco probables, pero advierte de que “hay un riesgo grande de que esto se aplique en sectores concretos, como el financiero”.

En opinión del profesor de la London School of Economics (LSE) Tony Travers, “no es inconcebible” que un Gobierno conservador pudiera convertir al país en un paraíso tributario.

“Tenemos una historia muy liberal en ese sentido, y siempre hemos estado relacionados con refugios fiscales, por ejemplo las islas del Canal de la Mancha”, recuerda.

No obstante, cree que May no se refería a eso cuando amenazó a sus todavía socios comunitarios, sino a ese modelo económico “muy eficiente y con pocos impuestos” con el que triunfan las ciudades-Estado asiáticas.

Como sus colegas, opina que ese modelo no sería fácil de aplicar en el Reino Unido, por la necesidad de ingresos y porque en buena medida sobrevalora el atractivo del mercado británico, con 60 millones de personas frente a más de 500 millones de la UE.

Además, señala Travers, ese planteamiento sería “irreconciliable” con la promesa de May de crear lo que llama “una sociedad compartida”, en la que pide a las empresas que asuman su responsabilidad social para garantizar que todos los ciudadanos se beneficien de la globalización.

“La verdad es que el Gobierno pretende cuadrar varios círculos”, sostiene este experto.

“Por una parte, quiere convertir al Reino Unido en estandarte del libre comercio mundial, que es justo lo que ha alienado a gran parte de la población y propiciado el ‘brexit”, comenta.

“Por otra, habla de una sociedad más equitativa y con más responsabilidad corporativa y al mismo tiempo dice que, si no logra el acuerdo que quiere con Bruselas, podría impulsar una economía de baja tributación”, agrega.

Según Travers, es posible también que la amenaza de May fuera vacía y que la hiciera “para demostrar algún tipo de arma” antes de iniciar las conversaciones con la UE.

“Si funciona o solo sirve para intoxicar las negociaciones, solo el tiempo lo dirá”, concluye.

Fuente: EFE


Source: Economia