Un estudio realizado recientemente por JP Morgan desveló que detrás de aproximadamente el 10% de las transacciones que se realizan en bolsa en la actualidad se encuentran inversores que eligen las acciones según el valor fundamental.

En teoría, los inversores deben comprar las acciones de una empresa basándose en su valor intrínseco.

A través del análisis fundamental, estos inversores estiman el flujo de caja que la compañía puede llegar a generar en el futuro y luego lo descuentan a los ingresos actuales para determinar el valor de la empresa. Este análisis permite determinar si una empresa está infravalorada en el mercado, así como el potencial de la compañía para retornar el dinero a los accionistas a través de dividendos en efectivo.

Las nuevas tendencias

Sin embargo, en el mercado actual los inversores y operadores compran y venden acciones rigiéndose por motivos completamente distintos. Desechan la idea del valor total y realizan las transacciones basándose en los patrones que ven en los gráficos de precios de las acciones. Pueden comprar indiscriminadamente acciones en masa a través de una gran cantidad de fondos cotizados ofreciendo un acceso de bajo costo a índices amplios de mercado, son las llamadas estrategias “smart beta”, acciones de crecimiento, acciones de valor o acciones de pago de dividendos, entre otras miles de opciones.

En cualquier caso, enfocarse en la valoración de una sola acción es cada vez menos importante.

“Las acciones están cada vez más atrapadas en poderosos flujos cruzados de inversionistas pasivos y cuantitativos”, escribió Marko Kolanovic, analista de JP Morgan, en una nota a sus clientes esta semana.

“Para entender este cambio en el mercado debemos tener en cuenta que los inversores pasivos y cuantitativos ahora poseen aproximadamente el 60% de los activos de capital cuando hace tan solo una década tenían menos del 30%. Estimamos que solo un 10% de los volúmenes de transacciones provienen de los ‘operadores discrecionales’. A pesar de que el análisis fundamental explica la enorme fluctuación del precio de las acciones, actualmente la mayoría de los inversores de capital no lo tienen en cuenta a la hora de comprar o vender acciones”

Por tanto, las acciones no se negocian tomando en cuenta que las perspectivas de la empresa pueden ser favorables sino basándose en que la compañía forme parte de un índice que simule una estrategia que incluya esa acción.

Momentum

Tomemos como ejemplo las acciones de compañías tecnológicas del Nasdaq.

Facebook (FB), Apple (AAPL), Amazon (AMZN), Microsoft (MSFT) y Alphabet, la empresa matriz de Google (GOOGL), han impulsado el mercado más alto, siendo responsables de aproximadamente un tercio de las ganancias del S&P 500 este año. Por un lado, es evidente que estas empresas están dominando nuestra economía y parece razonable que, a la luz de estos datos, los inversores apuesten por una rentabilidad continua.

Sin embargo, como apunta Kolanovic, estas acciones también son grandes acciones de crecimiento, y dado que han estado subiendo, también son acciones momentum. Es decir, son acciones de las que se espera que su evolución de precio en el futuro siga la misma tendencia que han mostrado los precios recientes.

A medida que el mercado se divide cada vez más en índices que invierten en acciones que muestran determinadas características, las acciones tecnológicas se convierten en algo más que “los motores económicos de hoy y del mañana”, forman parte de un índice dirigido a los inversores que solo buscan crecimiento.

Baja volatilidad

Además del sobrerendimiento de las empresas tecnológicas de gran capitalización, otro asunto que ha dominado los mercados este año ha sido la baja volatilidad. Sin duda, esto significa que los inversores no tienen miedo de que las acciones caigan. Aunque en Bloomberg View, Matt Levine ha subrayado que la falta de miedo es algo a lo que los inversionistas deben temer. Dicho en pocas palabras.

Fuente: YahooFinanzas.com


Source: Economia