Widerven Villegas lava con su hermano unos 30 automóviles al día en el estacionamiento de un centro de estudios de gerencia en Caracas. Nadie le paga en efectivo por sus servicios.

“Yo acepto transferencias (bancarias) y tengo Tpago, Vippo y casi todas las aplicaciones que hay”, dice Villegas, de 35 años, quien muestra una gastada tableta y un teléfono analógico como su único equipo para relacionarse con un entorno de jóvenes gerentes y académicos bilingües.

“No manejamos efectivo porque la clientela no tiene”, comenta Villegas sobre lo que ocurre en un país afectado, tanto por la hiperinflación, como por una crisis de efectivo y donde el Gobierno lanzó su propio sistema de pago en línea.

Como él, mesoneros, taxistas y hasta vendedores de verduras en mercados municipales usan aplicaciones para aceptar pagos desde el teléfono o Internet buscando no perder a un nicho de clientes: los que no tienen suficiente papel moneda.

El auge de las Fintech, que en países como China gana seguidores porque les ahorra tiempo y abarata los pagos, en Venezuela crece a medida que la población no tiene otra alternativa para pagar los pequeños gastos.

De esta forma, el país petrolero, que será uno de los primeros en atravesar una hiperinflación en la era digital, ve surgir a los posibles ganadores de una caótica coyuntura: pequeñas empresas de tecnología que lanzan aplicaciones de pago electrónico.

“La crisis del efectivo está siendo cada vez peor y nos está dando una oportunidad para captar cada vez más número de transacciones con nuestra solución”, dijo Atilana Piñón, quien con 29 años y dos socios, fundó su primera empresa Citywallet, una aplicación para pagar las horas de estacionamiento.

Es de las pocas alternativas una vez que el ente regulador del sistema financiero mantiene desde 2016 los retiros diarios en efectivo en un máximo de 10.000 bolívares, casi la mitad de un dólar a tasa oficial, la tarifa de algunos estacionamientos o una décima parte de lo que cobra Villegas por lavar un carro.

La decisión devino luego que el Banco Central dilató por años la introducción de un nuevo cono monetario y al término del 2017 aumentó el volumen de billetes apenas 14 por ciento, menos de la mitad que un año antes, justo cuando la inflación anual alcanzó 2.616 % por primera vez en la historia, según la medición del Congreso, la única data oficial disponible.

Sin billetes, también colapsan a menudo los sistemas de pago de la banca, por el rezago en mejorar su plataforma tecnológica para atender la multiplicación de las transferencias y de los montos.

MILAGRO DIGITAL

Piñon, que está en Chile por unos meses tras ganar una beca para replicar allí la idea que probó en Caracas, admite que el proyecto piloto que nació en una universidad privada, se extendió más rápido de lo que esperaba a varios centros comerciales de la capital venezolana y a miles de usuarios en menos de un año.

A la par, las solicitudes para pedir un taxi a la aplicación local Nekso se duplicaron durante 2017 y según la compañía fundada hace dos años, ya alcanzan las 400.000 al mes.

Desde el teléfono, Nekso permite a los usuarios pedir y escoger un taxi por la foto del automovil y del conductor entre los inscritos que están en la zona. Pero según dos de sus clientes frecuentes consultados por Reuters, la ventaja es poder pagar con tarjeta de crédito en un país donde la mayoría de los taxistas sólo admite efectivo.

“Hay taxistas que me dan las gracias por haber traído esta herramienta, me dicen que los está llevando al siglo XXI”, comentó Leonardo Salazar, director de estrategia de Nekso, desde unas oficinas con vista panorámica y sala de PlayStation.

La aplicación, orientada a las líneas de taxi, ya se replica en Panamá, República Dominicana y desde este mes será usada por conductores de Ciudad de México.

Vippo, otra aplicación que surgió en 2015, aumentó en un año de 300 a 11.000 sus clientes en Caracas, que pueden pagar desde un periódico hasta bananas, conforme los bancos reciben menos de un tercio de los billetes que se demandan a diario, dijo un ejecutivo del sistema financiero.

“Hay veces que el punto de venta del banco deja de funcionar una hora”, narra María Lozada, una vendedora de productos de limpieza en un mercado municipal en el este de Caracas.

Fuente: Reuters


Source: Economia