En esta columna hemos sostenido que el coronavirus -oficialmente denominado COVID-19-, no será tan letal como para “enfermar” a la economía global y empujarla hacia una recesión este año. Sin embargo, la semana pasada puntualizamos que el impacto para la economía china está siendo tan fuerte y abrupto, que el “gigante asiático” sí contagiará a países en vías de desarrollo, en particular, a aquellos que dependen de la exportación de materias primas.

La buena noticia es que México no está dentro de ese grupo de mercados emergentes, gracias a sus exportaciones manufactureras. La mala, es que a pesar de eso y de que nuestro principal socio comercial -Estados Unidos- continúa creciendo, ya nos encontramos en recesión a causa de las malas decisiones del gobierno federal, que continúan generando incertidumbre y desconfianza entre los inversionistas nacionales y extranjeros.

El impacto en China está resultando tan radical, que se habla por ejemplo de un “estado de guerra” que ha llevado al colapso de las ventas en algunos sectores, como el automotriz, que reporta un derrumbe del 92 por ciento en las primeras dos semanas de febrero 2020, respecto al mismo período del año pasado.

Los mercados financieros, cuya natural propensión a reaccionar ante cualquier coyuntura se exponencia por el uso de robots y algoritmos, se han puesto muy nerviosos a causa del coronavirus.

El disparo de órdenes de compra y venta, provocadas por las malas noticias de más contagios y víctimas de la enfermedad, ha resultado en movimientos abruptos en activos como el oro, la plata, el dólar, el yen japonés y hasta el bitcoin. ¿Por qué?

Los inversores son muy susceptibles, y cualquier señal negativa puede provocar temores y el “vuelo” hacia la seguridad (compra) que brindan activos refugio, reales como el oro y la plata, aparentes como el dólar y el yen, y virtuales como la “reina” de las criptomonedas: el bitcoin.

El oro, de hecho, cerró la semana pasada en máximos de siete años, y el máximo histórico de 1,923 dólares la onza alcanzado en septiembre 2011, ya está a la vista. ¿Veremos nuevos récords para el rey de los metales en 2020? No estaba en nuestro pronóstico original, sin embargo, si la crisis del COVID-19 se prolongara más allá del segundo trimestre, no tengo dudas de que los 2 mil dólares se vuelven un objetivo alcanzable este año.

En estas condiciones, debemos tener muy claro una cosa: no es lo mismo la tendencia mayor de largo plazo que catapultará al metal precioso muy por encima de los 2 mil dólares durante la próxima década, a la volatilidad temporal provocada por un imponderable como el coronavirus.

Dicho de otro modo, aunque esta escalada se da en un contexto de “bull market” (mercado alcista) para los metales preciosos, pensamos que una vez que la crisis del COVID-19 comience a quedar atrás, las cotizaciones volverían a niveles alrededor de 1,550 a 1,600 dólares la onza en 2020.

Por otra parte, el empuje para la plata no ha sido tan fuerte. Pese a tocar máximos de seis semanas el viernes y cerrar en 18.46 dólares por onza troy, sigue firmemente por debajo de los 20 dólares, y más de 60 por ciento por debajo de su máximo histórico de 50 dólares, vigente… ¡desde 1980!

Debido a la EXTREMA subvaluación de la plata respecto al oro y al dólar, esta es la opción con mayor potencial de altos rendimientos en el largo plazo. Téngalo en cuenta para que no falte plata en su cartera de inversión financiera.

En suma, mientras la incertidumbre siga afectando en el corto plazo el ánimo de los inversores en el mundo, el oro y la plata seguirán ganando valor.

Una historia distinta vive el peso, que el viernes terminó su peor semana en más de nueve meses, y de manera abrupta regresó por encima de los 19 pesos.

Nuestra moneda es estructuralmente débil, y sólo se sostiene de alfileres gracias al capital especulativo que sigue fluyendo hacia México, atraído por las altas tasas de interés que aún pagamos aquí.

Pero esa es una “borrachera” de liquidez que no durará para siempre. La escalada rápida del tipo de cambio del viernes, es sólo una muestra de lo rápido que las cosas se pueden poner feas en el mercado cambiario, y tarde o temprano, se pondrán peor.

Fuente: YahooFinanzas.com 


Source: Economia