Para los habitantes de Wall Street, es alarmante escuchar al presidente Trump diciendo que la política de la Reserva Federal es “de locos”, “loca” o que “se está volviendo loca”.

Pero Trump no está tratando de dictar su política. Es posible incluso que crea que la Reserva Federal está haciendo lo correcto. Lo que quiere Trump es un “malo” al que pueda culpar por los giros negativos en la economía, eximiéndose así él mismo de toda culpa.

Trump estalló contra la Reserva Federal tras una mala jornada en la bolsa el 10 de octubre. Básicamente dijo que la política de la Reserva de aumentar las tasas de interés está perjudicando a la economía. “Están elevando las tasas de interés y eso es ridículo, dijo a Fox News. “No tienen razones para hacerlo y no estoy contento con eso”.

Casi nadie que esté atento a la política monetaria acuerda con Trump. La Reserva Federal ha aumentado gradualmente las tasas de interés, que siguen siendo atípicamente bajas, para contener la inflación y volver a niveles más en la línea de los estándares históricos. Los presidentes suelen dejar sola a la Reserva Federal, ya que las interferencias en la política monetaria pueden resultar desastrosas, como pasó cuando Richard Nixon manipuló la política de la Reserva Federal a principios de los años 70. Nixon quería que la Reserva Federal estimulara a la economía antes de las elecciones de 1972, y lo hizo a petición de éste, pero ese estímulo calibrado terminó empeorando la inflación y contribuyó a otros problemas que tardaron una década en arreglarse.

Encontrar un malo

Los observadores de la Reserva Federal ahora temen que Trump esté intentando atacarla para revertir su política de aumentar gradualmente las tasas de interés, tras una década de políticas monetarias radicalmente flexibles. Aunque es posible que el presidente esté pensando en algo completamente distinto: poner en la mira a un malo conveniente al que pueda apuntar cuando los mercados hagan un giro negativo y la economía se desplome. Encaja perfectamente con el modus operandi de Trump.

Por ejemplo, el presidente ha criticado sin descanso la investigación de Robert Mueller sobre la intromisión rusa en las elecciones de 2016. Hasta ahora, Mueller no ha tenido nada que decir concretamente sobre Trump, por lo que el presidente no tenía necesidad de defenderse frente a Mueller. Hasta ahora, pero al tildar reiteradamente la investigación de “caza de brujas”, Trump se prepara para una eventual impugnación futura por parte de Mueller. El presidente intenta invalidar de forma preventiva la investigación, en la mente del público, de cara al momento en el que todo esto realmente lo implique directamente.

De hecho, Trump es algo así como un experto en encontrar chivos expiatorios. Culpa a los inmigrantes y a China por la caída del nivel de vida de la clase media estadounidense. Culpa a empresas como Harley-Davidson y Amazon por sus respuestas razonables a unas políticas económicas que los perjudican. Por supuesto, también culpa a los demócratas de la inmigración ilegal y muchos otros problemas políticos de la nación.

El hombre del saco

Culpar a la Reserva Federal de una liquidación en el mercado, sin embargo, es llevar a este método de buscar chivos expiatorios a un nuevo nivel, incluso para Trump. Sin duda, asesores económicos como Larry Kudlow están explicando a Trump que si pareciera que el jefe de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha cambiado sus políticas para adaptarse a Trump, eso arruinaría la confianza de las empresas y los inversores. Lo que está haciendo ahora la Reserva es normal, aun cuando lo que siga sea un período de relajación de las regulaciones. Entre otras cosas, la Reserva Federal necesita hacer retroceder las tasas de interés a unos niveles habituales de forma que haya margen para bajar las tasas cuando sea necesario para suavizar el impacto de la próxima recesión, cuando quiera que eso ocurra.

Fuente: Reuters


Source: Economia