(Reuters) – El 2022 ha sido quizá el año más turbulento para los inversores, y por buenas razones.

El recuento de las cifras finales es útil, pero ni siquiera se acerca a contar toda la historia.

Sí, la renta variable mundial ha perdido 14 billones de dólares y se encamina a cerrar el segundo peor año del que se tenga registro, pero en ese tiempo se han producido casi 300 subidas de las tasas de interés y un trío de alzas superiores al 10%, lo que hizo que la volatilidad fuera monstruosa.

Los principales motores han sido la guerra de Ucrania, combinada con una inflación galopante a medida que las economías mundiales salían de la pandemia, pero China seguía encadenada a ella.

Los bonos del Tesoro estadounidense y los alemanes, referencias de los mercados mundiales de deuda y activos a los que tradicionalmente se recurría en tiempos difíciles, perdieron un 17% y un 25% respectivamente en dólares.

El drama comenzó nada más arrancar el año, cuando quedó claro que el COVID no iba a volver a paralizar la economía mundial y que el banco central más influyente del mundo, la Reserva Federal de Estados Unidos, se tomaba en serio lo de subir las tasas.

El rendimiento de los bonos del Tesoro a diez años saltó al 1,8% desde menos del 1,5%, lo que supuso una caída del 5% en el índice MSCI de acciones mundiales sólo en enero.

En la actualidad, el retorno cotiza en el 3,8%, las acciones han caído casi un 20% y el petróleo va a terminar el año con un alza del 8%, tras haber ganado casi un 80% hasta principios de marzo. La Fed ha subido las tasas 400 puntos básicos y el Banco Central Europeo 250, a pesar de que el año pasado por estas fechas se dijo que era poco probable que se moviera.

EL DÓLAR MANDA

La fortaleza del dólar le ha hecho subir más de un 8% frente a las principales divisas mundiales y un 14% ante el yen, incluso después de que una sorpresa de última hora del Banco de Japón este mes dio algo de aliento a la moneda nipona.

«Si me preguntan qué ocurrirá el año que viene, realmente no sabría decírlo», afirmó Robert Alster, director de inversiones de Close Brothers Asset Management, quien, como muchos, también mencionó el varapalo que sufrieron la libra esterlina y los mercados de renta fija británicos cuando el efímero Gobierno de Liz Truss coqueteó con un derroche de gasto sin financiación.

PROBLEMAS TÉCNICOS

La subida de tasas también restó 3,6 billones de dólares a los titanes tecnológicos. Facebook y Tesla han sufrido una hemorragia superior al 60%, mientras que Google y Amazon perdieron un 40% y un 50%, respectivamente.

Las acciones chinas han tenido un repunte tardío, gracias al alivio de su política de cero COVID. Pero siguen acumulando una pérdida del 24% y la deuda pública de los mercados emergentes en «divisas fuertes» cedió más de un 17%, en lo que también será su primera caída anual consecutiva.

Las ofertas públicas iniciales y las ventas de bonos también se han desplomado en casi todas partes, salvo en Oriente Medio, mientras que las materias primas han sido la categoría de activos con mejores resultados por segundo año consecutivo.

La subida del gas natural cercana al 15% es la mayor de todo el grupo, debido principalmente a la guerra de Ucrania, que llegó a disparar los precios hasta un 140%.

La creciente expectativa de una recesión, junto con el plan de Occidente de dejar de comprar petróleo ruso, hacen que el crudo Brent haya cedido gran parte del 80% que ganó en el primer trimestre, al igual que el trigo y el maíz.

El mercado de criptomonedas fue aún más caótico. El bitcóin, la criptodivisa dominante, ha perdido el 60% de su valor, mientras que el mercado se redujo en 1,4 billones de dólares, aplastado por el colapso del imperio FTX de Sam Bankman-Fried, Celsius y de las supuestas «monedas estables» terraUSD y Luna.

«Lo que ha pasado este año en los mercados mundiales ha sido traumático», afirmó Stefan Gerlach, economista jefe de EFG Bank y exsubgobernador del Banco Central de Irlanda. «Pero si los bancos centrales no hubieran subestimado de forma tan drástica la aceleración de la inflación y hubieran tenido que subir las tasas de interés, no habría sido tan catastrófico».


Source: Economia